Agitada e impaciente revoloteava como una mariposa, pasando de un cuarto a otro para consultar a todos los relojes de la casa, bajando la escalera, explorando la avenida, subiendo luego para asomarse a una ventana con vista al camino(…)

Todo estaba ya a punto. Marieta subio á un banquillo, se cercioró de la solidez de un gancho clavado en la pared, frente a la cama de Paulina, y dijo á Gervasio: «Ahora podeís traerle»

¿Qué tenía que traer? La niña se lo preguntaba con empeño á Marieta que no contestaba, cuando volvió el criado con un cuadro de grandes dimensiones, subió al banquillo y le colgó. Marieta le puso bien derecho con la mano, y dijo enjugándose los ojos: «!Que parecido!»

Era el retrato de un joven como de veinte y cinco años, de fisonomía orgullosa y resuelta, con ojos oscuros muy expresivos, cutis brillante y bigotito negro. «Es Pablo, dijo Marieta a la niña; la señora marquesa le ha tenido encerrado muchos años; pero ahora ha mandado limpiarle para que adorne vuestro cuartito; ¿Estais contenta con el retrato de papá?»

Paulina dijo que sí; pero pensaba y se decía para sus adentros; «¡Qué lástima que no esté también mamá!»

La heredera de Vauclain Madame J. Colomb Paris, Imprenta de Lahure 1890 (páginas 128 y 129)

“(…) y así fue que pasó un mes entero haciendo investigactiones en la biblioteca para establecer sobre sólidas bases el árbol genealógico de los Vauclain. Escribió, con hermosa letra gótica, los nombres de todos los Vauclain conocidos y los de las señoritas de casas nobles con las que se casaron, Isabel, Yseult, Wilhelmina, Yolande; pintó sus blasones y colgó la obra en una pared del saloncito del estudio. Pero tenía un pesar, su lista resultaba incompleta, porque en ninguna parte encontraba el nombre de la madre de Paulina, y cuando preguntó a la Marquesa, ésta respondió: «los sucesos contemporáneos pertenecen á la política, no á la historia; dejémoslos en la sombra, es lo mejor,» y en efecto, el nombre de la madre de Paulina se había quedado en blanco. La institutriz no se dió por vencida(…)”

La heredera de Vauclain Madame J. Colomb Paris,

Imprenta de Lahure 1890 (páginas 133 y 134)

“El truco era extraordinario: respetar el marco y alterar el cuadro, saquear sin escrúpulos el tesoro que se le ofrecía…”

El Club Dumas Arturo Pérez-Reverte Santillana ediciones España 2000 (página 29)

Una sala llena de cosas. Cosas singulares, raras, particulares, maravillosas y hasta curiosas; inusitadas. Cosas, objetos. Objetos inútiles hechos con materiales preciosos, naturales y artificiales. Algunos de admirable calidad técnica, laboriosamente ensamblados por artesanos virtuosos ¡Dichosos los objetos dispuestos! Atestados, apretados unos al lado de otros, cara a cara, semejantes, dan la impresión de que el trabajo, en cualquiera de sus formas, ha sido algo normal y rutinario; al exponerlos se marca el paso del tiempo, triunfa la particularidad de sus contextos: el proceso dual, atemporal y la imposición de un marco que congela los hace visibles; aprendidos y aprensibles se tornan manejables ¡Oh espectador que de cuadro en cuadro paseas! La perspectiva en recreo volverá a ti por un instante y ahí te encontrarás y te observarás en esa maravillosa y afortunada obra.

nombre y apellido

oficio

fecha

—Carmen Elvira Brigard